Dios y el niño
Tu Devocional Diario
181212
“Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1Juan 4:16)
Amados Hermanos y Amigos:
¿Recuerdan este cuentecillo de autor
desconocido? Con él iniciamos la reedición del material de navidad. Tómense un tiempecito para leerlo.
Un pequeño quería conocer a Dios. Sabía
que iba a ser un largo viaje hasta donde Dios vive, así que empacó en una
mochila unos panes y algunas latas de refresco. Había caminado unas tres
cuadras cuando se encontró a una viejecita
sentada en una banca del parque viendo las palomas.
El niño se sentó junto a ella y abrió su
mochila. A punto de tomarse el primer refresco vio que la anciana parecía tener
hambre y le ofreció un pan. Ella lo aceptó agradecida y le sonrió. Su sonrisa
le pareció tan bonita que quiso volver a verla. Le ofreció un refresco.
Ella le sonrió nuevamente. El niño estaba
encantado. Se pasaron la tarde ahí sentados
entre panes, refrescos y
sonrisas, y ninguno dijo una palabra. Al empezar a oscurecer, el pequeño se
sintió cansado y se levantó para irse. Dio unos cuantos pasos, volteó, corrió
hacia la anciana y le dio un gran abrazo. Ella le dio la mejor sonrisa de su
vida.
Al regresar el niño, su madre se sorprendió de la alegría de su rostro y le preguntó: ¿Qué hiciste hoy que te hizo tan feliz? Respondió: “Hoy comí con Dios” y antes de que su madre pudiera responder, agregó “¿Sabes una cosa? “Tiene la sonrisa más bonita que jamás había visto”.
Mientras, la anciana, radiante de gozo
regresó a su casa. Su hijo notó sorprendido la paz de su rostro y le preguntó.
“Madre ¿qué hiciste hoy que te veo tan
feliz”? Ella respondió “Comí panecitos en el parque con Dios”. Y agregó antes
de que su hijo pudiera responder. “¿Sabes?, es mucho más joven de lo que
esperaba”.
No subestimemos el poder de una sonrisa, de una palabra amable, un oído que escucha, un cumplido o el más pequeño detalle de interés, todo lo cual tiene el poder de cambiar una vida.
No subestimemos el poder de una sonrisa, de una palabra amable, un oído que escucha, un cumplido o el más pequeño detalle de interés, todo lo cual tiene el poder de cambiar una vida.
Hazles saber a los demás lo importante que son. Abrázalos a
todos por igual.
Cómete un panecito con Dios.
Cómete un panecito con Dios.
Dios Nos Bendiga
H. Ignacio Uranga
Tu Devocional Diario es enviado por:
Ministerio Internacional de Divulgación.
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